Después de haber finalizado la relación con la que era su pareja, lo que fue un duro golpe, Gabriele va al lugar donde vivió gran parte de su infancia: el pueblo castellano de Candeleda, debido a que habían hospitalizado a su madre Greta. Sole, la hermana de su padre Félix, va a recoger a la joven al aeropuerto, cuando reciben la llamada. Félix les comunica el horrible acaecimiento: Greta acababa de morir.
Gabriele deberá enfrentarse a la pérdida de su madre, con un padre con el cual llevaba años sin intercambiar palabra. En la tentativa de recaer al tabaquismo, el ahora se viudo encuentra por sorpresa unas cartas que Greta había dejado en el cajón en el que estaba buscando el mechero, rompiendo la promesa que le había hecho a la que fue su mujer. Los mensajes iban dirigidos a su única hija, su cuñada y su marido. En ellos les pide que se mantengan unidos durante 49 días, ya que según sus creencias budistas, es el tiempo en el que tardará en reencarnarse mientras se mantiene en el bardo. Casi dos meses de convivencia que no resultarán sencillos debido a la relación entre padre e hija, la cual ha estado sin limar durante mucho tiempo. Tras el periodo en el que la difunta se encuentra en el limbo, pide a sus allegados que esparzan sus cenizas en aquel sitio en el que hayan sido felices.
En las cartas Greta desvelará secretos que harán que el silencio que existía entre Félix y Gabriele llegue a su fin, y desencadenará sucesos, los cuales agitarán de una manera u otra la vida de todos. Un encuentro repentino proporcionará a Gabriele la idea de que la fragilidad le puede ofrecer mucho más de lo que se llegara a imaginar.